¿Estamos Conectados o más Solos que Nunca?
Por Luis Galeano (*)
En la era de la hiperconectividad digital, donde cada clic y cada mensaje nos prometen acercarnos más a los demás, surge una paradoja inquietante: nunca habíamos estado tan comunicados y, sin embargo, nunca nos habíamos sentido tan aislados. Este ensayo reflexivo explora las transformaciones profundas que la revolución digital ha impreso en nuestra experiencia colectiva, cuestionando si verdaderamente hemos ganado libertad o simplemente hemos cambiado las cadenas visibles por otras invisibles.
Byung-Chul Han a traves de su libro: "El Enjambre" nos invita a examinar críticamente cómo internet y las redes sociales han reconfigurado no solo nuestras formas de relacionarnos, sino la esencia misma de lo que significa ser humano en el siglo XXI. A través de su penetrante análisis, Byung-Chul Han, nos confronta con una realidad incómoda: aquello que celebramos como progreso tecnológico podría estar erosionando silenciosamente nuestra capacidad de construir comunidad, de pensar profundamente, de simplemente ser.
Del Respeto a la Exposición: La Erosión de lo Público
El respeto, ese "mirar de nuevo" que nos mantiene a distancia prudente de los otros, ha sido sustituido por una cultura del espectáculo donde todo debe ser visible, consumible, instantáneo. La comunicación digital deshace las distancias que paradójicamente nos permitían ver al otro con claridad. Sin esa distancia, lo público y lo privado se mezclan en una pornografía generalizada de la intimidad.
La Mirada Expuesta
Ya no hay espacio donde no seamos imagen. Las Google Glass transforman el ojo mismo en cámara, eliminando toda esfera privada.
El Anonimato Destructivo
La comunicación anónima digital destruye el respeto masivamente. Las shitstorms prosperan donde el nombre pierde su peso.
Crisis del Nosotros
El enjambre digital carece de alma colectiva. Individuos aislados que no desarrollan un "nosotros" capaz de acción común.
Esta transformación no es meramente técnica sino existencial. Cuando el respeto desaparece, decae lo público. Y con ello se erosiona nuestra capacidad de construir un mundo compartido, un espacio común donde podamos reconocernos mutuamente como seres dignos de consideración.
La Indignación como Espectáculo: Ondas sin Profundidad
Olas de Furia Digital
Las olas de indignación son extraordinariamente eficientes para movilizar atención, pero carecen de la estabilidad necesaria para configurar un discurso público genuino. Son demasiado volátiles, efímeras, amorfas. Crecen súbitamente como tormentas de verano y se dispersan con la misma rapidez, sin dejar rastro duradero.
La sociedad de la indignación es una sociedad del escándalo que carece de firmeza y actitud. La rebeldía histérica característica de estas olas no permite ninguna comunicación objetiva, ningún diálogo real, ningún discurso constructivo.
De la Ira Épica al Enfado Fugaz
La Ilíada comienza con la ira de Aquiles, una ira que puede cantarse porque estructura, anima, vivifica. Era el medio heroico de la acción. Pero la indignación digital no puede cantarse: no es capaz de acción ni de narración.
La distracción general que caracteriza nuestra época no permite que aflore la energía épica de la ira. El enfado contemporáneo es solo un estado afectivo pasajero que no desarrolla ninguna fuerza poderosa de acción.
La actual multitud indignada es demasiado fugaz y dispersa. Le falta toda masa, toda gravitación necesaria para las acciones. No engendra ningún futuro.
El Enjambre sin Alma: Multitud sin Interior
Gustave Le Bon definió la modernidad como la "época de las masas". Aquella masa clásica estaba estructurada, fusionada en una unidad con alma y espíritu colectivo. Los individuos particulares se disolvían en una nueva entidad con perfil propio y capacidad de acción común.
Sin Coherencia
El enjambre digital carece de alma o espíritu de masa. No desarrolla un "nosotros" consolidado.
Individuos Aislados
Constituyen una concentración sin congregación, una multitud sin interioridad o alma.
Ruido, no Voz
No se manifiesta en una voz unificada. Es percibido como ruido comunicativo disperso.
Volatilidad Extrema
Las formaciones colectivas son fugaces e inestables, como rebaños que se dispersan.
El homo digitalis no es el "nadie" de los medios de masas que McLuhan describió. Al contrario, es un "alguien penetrante" que se expone constantemente y solicita atención. Mantiene su identidad privada incluso cuando actúa anónimamente. Los habitantes digitales son fundamentalmente Hikikomoris aislados que se sientan solitarios ante el monitor. Los medios electrónicos congregaban; los digitales aíslan.
La Utopía Fallida: ¿Dónde Quedó la Multitud Revolucionaria?
Hardt y Negri soñaron con la "multitud", esa composición de singularidades que se comunicarían a través de la red para oponerse al imperio global. Imaginaron una clase capaz de resistir al dominio del capital, un nosotros revolucionario conectado telemáticamente. Pero su mesianismo digital no comprendió la lógica real de nuestro tiempo.
Erosión de lo Común
Los sujetos neoliberales no constituyen ningún nosotros capaz de acción común. El socio deja paso al solo.
Autoexplotación Invisible
Hoy cada uno se explota a sí mismo, figurándose que vive en libertad. Una explotación sin dominación visible.
Aislamiento Narcisista
La privatización se impone hasta en el alma. Desaparece la solidaridad, la acción colectiva se vuelve improbable.
Lo que domina no es el "amor al prójimo" que Flusser imaginaba en su utopía telemática, sino el narcisismo. La técnica digital no es una "técnica del amor al prójimo" sino una máquina narcisista del ego que destruye el espacio público y agudiza el aislamiento. La sociedad actual no es una comunidad de realización mutua, sino una sociedad del rendimiento que nos aísla y nos explota desde dentro.
La Muerte de la Representación: Cuando Todo Debe Estar Presente
El medio digital es fundamentalmente un medio de presencia inmediata. Su temporalidad es el presente instantáneo, sin mediación ni filtros. La comunicación digital elimina sistemáticamente las instancias intermedias, interpretando toda mediación como intransigencia e ineficiencia. Esta desmediatización radical transforma profundamente nuestra relación con la información, la política y la verdad misma.
Ya no somos receptores pasivos sino emisores activos. Somos consumidores y productores simultáneamente. Esta doble función incrementa exponencialmente la cantidad de información circulante, pero ¿a qué precio? Los periodistas, esos antiguos sacerdotes de la opinión, parecen superfluos. La representación cede paso a la copresentación inmediata.
La creciente presión de desmediatización amenaza la democracia representativa. Los representantes políticos ya no se perciben como transmisores necesarios sino como barreras molestas. Surge la exigencia insaciable de más participación, más transparencia, más presencia directa.
La representación funciona como un filtro que produce efectos positivos. Pero la desmediatización conduce a una masificación generalizada. El lenguaje y la cultura se vuelven superficiales, se hacen vulgares.
La política como acción estratégica necesita un poder sobre la información, espacios cerrados donde retener información conscientemente. La confidencialidad pertenece con necesidad a la comunicación política. Si todo se hace público sin mediación, la política pierde aliento, actúa a corto plazo, se diluye en charlatanería. La transparencia total impone una temporalidad que hace imposible la planificación lenta y profunda. Ya no es posible dejar que las cosas maduren.
El Teléfono Inteligente y la Atrofia del Pensamiento
Pobreza de la Experiencia
El smartphone trabaja con un input-output pobre en complejidad. Borra toda negatividad, debilitando nuestra capacidad de comportarnos con lo otro, con lo diferente.
Estadio Narcisista
El smartphone funciona como espejo digital para una nueva edición del estadio del espejo. Abre una esfera imaginaria donde nos incluimos a nosotros mismos.
Atrofia de la Profundidad
Fomenta la visión a corto plazo y ofusca la larga duración. El "me gusta" sin lagunas engendra un espacio de positividad sin negatividad crítica.
La comunicación digital es pobre en mirada. Antes percibíamos nuestro entorno como algo que nos miraba, que se mantenía en su autonomía, en una vida propia. El entorno poseía más negatividad, más resistencia que hoy. Ahora desaparece cada vez más el rostro que está enfrente, que nos mira, nos afecta o sopla en contra.
Sartre experimentaba el mundo mismo como dotado de mirada. El otro como mirada estaba en todas partes. Las cosas mismas nos miraban: un ruido de pasos, una ventana que se entreabre, el movimiento de un cortinaje. Pero el medio digital nos aleja progresivamente de ese otro que nos interpela. La pantalla táctil elimina la distancia que constituye al otro en su alteridad. Tocamos la imagen directamente porque ha perdido ya la mirada, la faz.
De Labradores a Cazadores: La Transformación del Habitar
Heidegger pensaba el mundo desde el hábito del labrador: aquel que cultiva el lenguaje como tierra laborable, ara y cultiva, comunicándose con la tierra que se esconde. El labrador escucha y obedece a la tierra. Pertenece a un orden terrenal caracterizado por la paciencia, el cuidado, el desasimiento, la espera.
El Mundo del Labrador
Tierra, Dios, verdad. Estabilidad, arraigo, profundidad. La temporalidad de lo que madura lentamente.
El Cazador Digital
Movilidad, captura, inmediatez. Cazadores de información que patrullan la red como campo de caza digital.
Hoy ya no somos labradores sino cazadores. Los cazadores digitales son impacientes y ajenos a la timidez. Están al acecho en lugar de esperar. Echan la zarpa en lugar de dejar que las cosas maduren. El presente total es su temporalidad. Todo lo que impide la mirada debe ser apartado rápidamente. Esta visión total en el campo de caza digital se llama transparencia.
Las Google Glass sustituyen la lanza y el arco del cazador paleolítico. Unen el ojo humano directamente con internet. Introducen la época de la información total. No son ningún instrumento que se coge con la mano: se acercan tanto a nuestro cuerpo que se perciben como parte suya. Ver el mundo coincide con captar el mundo como presa. Pero la dicha más profunda de la percepción consiste precisamente en la carencia de eficiencia, en la mirada larga que se demora en las cosas sin explotarlas.
Del Sujeto al Proyecto: La Dialéctica Fatal de la Libertad
El labrador de Heidegger era un sujeto sometido a la ley de la tierra. Pero hoy ya no creemos que somos sujetos sometidos: creemos ser proyectos que se esbozan, se optimizan. El medio digital consuma esta transformación del sujeto en proyecto. Lo digital es fundamentalmente un medio de proyecto, de autorrealización perpetua.
24/7
Trabajo Continuo
El tiempo se totaliza como tiempo de trabajo. Ya no hay pausa, solo fases del rendimiento.
100%
Autoexplotación
Cada uno se explota a sí mismo hasta el colapso, creyendo que vive en libertad.
0
Espacios de Resistencia
El aparato digital convierte todo lugar en puesto de trabajo, todo momento en productivo.
Vivimos en una fase histórica singular donde la libertad misma provoca coacciones. La libertad, la figura opuesta a la coacción, engendra ahora ella misma coacciones. Más libertad significa más coacción. Esto sería el final dialéctico de la libertad. Nos encontramos en un callejón sin salida: no podemos ir ni hacia adelante ni hacia atrás.
El sujeto del rendimiento desarrolla una autoagresividad que frecuentemente desemboca en el suicidio. El sí mismo como bello proyecto se muestra finalmente como proyectil dirigido contra sí mismo. La utopía de Flusser de una vida entre musa y compromiso político se revela como distopía del rendimiento y la explotación total.
Fantasmas Digitales: Más Allá de la Fuerza Humana
Kafka ya percibió en la carta un medio de comunicación inhumano que traía al mundo una terrible perturbación de las almas. Creía que las cartas cultivaban el contacto con fantasmas: los besos escritos no llegaban a su destino, los fantasmas los interceptaban y devoraban en el camino. La humanidad inventó el tren y el coche para eliminar lo fantasmal entre las personas y conseguir la "comunicación natural". Pero la otra parte resultó más fuerte.
La Generación Digital de Fantasmas
Los fantasmas digitales son más voraces, desvergonzados y ruidosos que sus antecesores analógicos. El internet de las cosas produce nuevos fantasmas: las cosas mudas ahora hablan, se comunican entre sí sin contribución humana. El mundo adquiere rasgos fantasmales, dirigido como por encantamiento.
El comercio de alta velocidad en los mercados financieros es un comercio con fantasmas o entre fantasmas. Son algoritmos y máquinas que se comunican y se hacen la guerra. Estas formas de negocio van "más allá de la fuerza humana", como diría Kafka, produciendo efectos imprevisibles y espectrales.
La historia de la comunicación puede describirse como la historia de una creciente iluminación de la piedra. Pero con lo económico, social y políticamente concreto ya no es la cosa, sino la comunicación. Nuestro mundo se hace más blando, más nebuloso, más espectral.
Psicopolítica: El Poder que Actúa Desde Dentro
Hemos dejado atrás la época biopolítica. El biopoder de Foucault controlaba factores externos: procreación, mortalidad, salud. Pero no podía penetrar en la psyche de la población. El Big Brother del panóptico de Bentham observaba solo la conducta externa, los pensamientos permanecían ocultos.
1
2
3
4
5
1
Psicopoder
Control de procesos psicológicos inconscientes
2
Vigilancia Digital
Lectura y control de pensamientos colectivos
3
Big Data
Análisis de patrones de conducta y pronósticos
4
Panóptico Transparente
Auto-iluminación voluntaria y exhibición
5
Biopoder (Superado)
Control externo de procesos biológicos
Hoy el panóptico digital no es una sociedad biopolítica disciplinaria sino una sociedad psicopolítica de la transparencia. El psicopoder puede intervenir en los procesos psicológicos. La vigilancia digital carece de la perspectiva limitada del Big Brother: es omnipresente, carente de perspectiva.
El análisis de grandes datos revela modelos de conducta que hacen posibles pronósticos precisos. En lugar de teorías hipotéticas se introduce una igualación directa de datos. La correlación suplanta la causalidad. La pregunta del "por qué" sobra ante el "es así". Este psicopoder es más eficiente que el biopoder porque vigila, controla y mueve a los hombres no desde fuera sino desde dentro.
La exploración de datos abre el "inconsciente digital", el inconsciente colectivo. La sociedad de vigilancia digital tiene acceso al futuro comportamiento social de las masas, desarrollando rasgos totalitarios. Nos entrega a la programación y control psicopolíticos. Hemos entrado en la época de la psicopolítica digital.
El Despertar Necesario: Recobrar lo Humano
Hemos recorrido el paisaje desolador del enjambre digital: desde la erosión del respeto hasta la psicopolítica, desde la muerte de la representación hasta la transformación de sujetos en proyectos autoexplotados. El diagnóstico de Han es implacable pero necesario. Nos encontramos en una encrucijada civilizatoria donde lo que está en juego no es meramente nuestra libertad política o económica, sino algo más fundamental: nuestra capacidad de ser verdaderamente humanos.
Recuperar la Distancia
El respeto, la contemplación, la capacidad de dejar ser al otro. Sin distancia no hay profundidad, sin profundidad no hay pensamiento genuino.
Cultivar el Silencio
El medio del espíritu es el silencio. Necesitamos espacios de quietud donde el alma pueda reflexionar y ser ella misma, lejos del ruido comunicativo.
Abrazar la Negatividad
La experiencia requiere dolor, el encuentro con lo otro. Sin negatividad solo hay repetición de lo igual, atrofia del espíritu.
Reconquistar el Tiempo
Resistir la tiranía del presente continuo. Necesitamos el futuro como horizonte de esperanza y el pasado como memoria que nos constituye.
La revolución digital no es un destino inevitable sino una construcción humana que podemos cuestionar y reorientar. La transparencia total, la hiperconectividad, la autoexplotación disfrazada de libertad: todo esto puede transformarse si recuperamos la conciencia crítica de lo que hemos perdido y lo que aún podemos recuperar.

Reflexión final: Quizá el mayor acto de resistencia en la era digital no sea desconectarse por completo, sino aprender a conectarnos de otro modo. Recuperar la capacidad de estar presentes sin necesidad de presentarnos, de ver sin ser vistos, de pensar sin compartir inmediatamente cada pensamiento. El desafío no es rechazar la tecnología sino reivindicar nuestra humanidad frente a ella: recuperar el silencio que hace posible la reflexión, la distancia que permite el respeto, la lentitud que nutre la profundidad. Solo así podremos despertar del encantamiento digital y construir una forma de vida donde la técnica sirva al florecimiento humano, y no al revés. La pregunta que nos deja Han es radical y urgente: ¿seremos capaces de este despertar antes de que sea demasiado tarde?
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(*) Luis Galeano es Licenciado en Publicidad, con una trayectoria de más de 25 años en el ámbito de la comunicación, la creatividad publicitaria y los medios en Argentina y Paraguay. Se desempeñó como redactor creativo, director creativo general y director de contenidos en reconocidas agencias y grupos de medios, liderando equipos y desarrollando estrategias de comunicación integral para marcas, empresas e instituciones.